Tenía más de 6 años sin escribir prosa ni nada lírico. A ver que tal me va.
A veces me gusta acallar mi mente y solo escuchar a Caracas cuando camino por sus calles. Porque la veo directamente y de inmediato siento que me veo reflejado en ella. En sus bordes gruesos y ásperos, en sus límites indefinidos y absurdos. En su dicotomía estúpida pero ya cotidiana. En la belleza de sus formas, logro ver la misma de mi alma. Es la inevitabilidad de lo feo y de lo que es vergonzoso obligado a colindar eternamente con lo hermoso y lo que es sublime. Por eso me gusta acallar mi mente y solo escuchar, para sentir que la acera por la que transito no es más que un axón de mis propias vías expresas. La ciudad es toda avenidas neurálgicas repletas de enfermedades urbanas: del tráfico neurótico, de la paranoia delictiva. Montañas de basura se acumulan en varias intersecciones sinápticas, ahogando los pensamientos llanos y sencillos, convirtiéndolos en monstruosos y mezquinos. En ciudadanos no ciudadanos en su propia ciudad. A veces me gusta acallar mi mente y solo escuchar, porque así no me siento solo, me siento como una extensión minúscula de mi ciudad.
04/05/12
1 comentario:
Hermoso, me encanta
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