El año pasado, tuve la oportunidad de ir al undokai en el colegio japonés y lo recuerdo como una
experiencia genial. Cuando me detuve a pensar en el tema de mi discurso, sobre el medio ambiente y yo, recordé el juego de "pasar la tierra"; sería tan sencillo resolver los problemas de nuestro planeta si pudiésemos tomar al mundo en nuestras manos...
Pero la realidad es que no podemos, no existen fórmulas mágicas ni milagrosas que nos permitan conservar nuestro planeta habitable. En la actualidad, debemos estar todos los días pensando en nuestra interacción con la naturaleza, dado que el desarrollo de la humanidad debe ir de la mano de la preservación de los ambientes naturales de los cuales extraemos los recursos que necesitamos. Esto es porque en el mundo globalizado en el que vivimos, pensar en conservacionismo sin tomar en cuenta al desarrollo, es absurdo. Ese es el reto de las nuevas generaciones, de las mentes frescas que se gestan en las universidades en todo el mundo; de alguna manera en el futuro cercano ya no debe existir un divorcio entre la tecnología, la industria y el ambiente.
Existen muchas paradojas y preguntas que no tienen una respuesta sencilla. Por ejemplo, ¿cómo evitar los altos niveles de emisiones de CO2 en China, tomando en cuenta que su población es casi un quinto de la población total del planeta? ¿Qué tan ético resulta el empleo de nuevas fuentes de energía como la experiencia con biocombustibles en Brasil, tomando en cuenta que aún hoy en día la desnutrición infantil golpea a más del 5% de los niños nacidos en ese país? Esas son las clases de preguntas que hoy en día nos realizamos y es nuestro deber como humanidad contestarlas si queremos conservar nuestro hogar. No se trata de detener el desarrollo, se trata de pensarlo con detenimiento: una sociedad que se desarrolla pero no cuida su propio medio ambiente es una sociedad destinada al fracaso.¿qué podemos hacer si la industrialización destruye todos nuestros ecosistemas, nuestras fuentes de agua y recursos?.
El pensar estratégicamente el desarrollo sustentable nos permite transitar con seguridad el camino del progreso. Para esto debemos centrarnos en algunos ejes esenciales: la conservación de las fuentes hídricas, pues el agua potable es un recurso valioso sin el cual no puede existir calidad de vida; la generación de energía limpia, la explotación adecuada de los suelos y los océanos y la reestructuración de la industria manufacturera para facilitar el proceso de reciclaje posterior.
Es necesario tener perspectiva a la hora de planificar. Compartimos este planeta con millones de especies animales y vegetales cuya integridad y vida merece ser tan garantizada como la nuestra propia.
El rol protagónico del hombre es el de tener el poder de afectar globalmente a todos los que vivimos en el planeta, y es necesario llegar a los consensos que se requieran para que dicho impacto sea siempre positivo.
Es por eso que los esfuerzos conservacionistas no pueden ir solos y aislados; a la hora de proponer un plan de conservación se debe también proponer un plan de desarrollo que permita subsanar alguna necesidad.
Un buen ejemplo sería la industria maderera; el mundo requiere madera y es un negocio internacional de muchos millones de dólares. Pero la desforestación causa un impacto terrible en todos los ámbitos ecológicos, por lo que nuestros bosques y selvas deben conservarse. Un plan de conservación de estos ecosistemas debe venir acompañado entonces de una alternativa viable para que la industria maderera continúe el suministro de sus bienes.
Creo que ya nadie piensa que lo que ocurre en un lugar muy alejado de nuestro país no nos afecta: el planeta es una sola entidad en la que cada una de sus piezas está conectada una con la otra.
Es muy sencillo pensar que la pobreza extrema en el África sub-sahariana no nos afecta, sin embargo, pensándolo detenidamente nos damos cuenta que la falta de educación, la falta de servicios de calidad y de desarrollo causan que los países menos desarrollados sean precisamente algunos de los que más contaminan. El importante esfuerzo que se está realizando en la India por mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos le pone un fuerte énfasis en la universalidad de la educación; personas educadas son personas que, entre muchas otras cosas, contaminan menos.
Esto puede verse claramente con un ejemplo más cercano. Aquí, en Venezuela, un hogar de altos ingresos económicos produce un tercio de la basura generada en un hogar de escasos recursos. La falta de cultura ciudadana y de aprovechamiento de los recursos está drenando lentamente nuestros grandes recursos ambientales. Venezuela es un país privilegiado al contar con una riqueza natural envidiable, pero se necesita también riqueza intelectual para administrar esos recursos con la responsabilidad necesaria. Esto nos coloca en una posición desventajosa en comparación con el resto del mundo por el irresponsable manejo de la basura, la falta de colaboración para el control de las emisiones vehiculares, la poca planificación industrial y la falta de políticas públicas eficientes para el desarrollo sustentable del país.
Es hora de que asumamos la responsabilidad. En nuestras manos se encuentran las herramientas para asegurar un futuro limpio y sostenible para la humanidad. El lograr que la conservación y el desarrollo vayan de la mano es tarea de todos, para lograrlo necesitamos es la voluntad para hacerlo.