Hace poco tiempo tuve lo que debo catalogar de un honor de conocer a un personaje muy singular que le ofreció mucho a este país como una de esas caras incógnitas, uno de esos venezolanos que están detrás de lo grande y lo visible, ofreciendo su trabajo humildemente - es decir, alguien como yo menos por lo de humilde jeje- Este señor fue quien diseño la ruta que siguió Carlos Andrés Pérez en 1988 cuando inció su campana presidencial para el segundo término. Un señor no tan mayor con mucha energía, con quien se puede debatir con gusto y, más que cualquier otro asset, con una visión muy amplia.
Ahora bien, más allá de entrar en debates sobre políticos, el punto es que me sentí muy inspirado por sus palabras. A mi cargo se encuentra la tarea de duseñar una ruta que le permita a un grupo selecto de líderes visitar las diferentes regiones del país y, en ese trayecto, llevar propuestas de diversa índole para ser consideradas por la población como posibles agendas políticas y sociales.
Les he de confesar que esa tarea, tan importante, me había desilusionado; y no por las personas que llevarían a cabo ese proceso, sino por las dificultades que surgen cada milímetro que se avanza en el proyecto. Sin embargo, mantuve mi deseo de trabajar con tezón para verlo culminado, como mi humilde forma de retribuirle algo a estas tierras que me lo han dado todo.
Pero la frustración y los problemas personales me hicieron desertar, y para mi el proyecto quedó engavetado en mi agenda, esperando que los demás miembros del equipo pudiesen avanzar lo que yo, definitivamente, no tenia la capacidad de avanzar.
Para mi sorpresa, casi dos meses sin abrir ni un solo mapa, sin leer datos geográficos y demográficos, se me solicita que me reinserte al proyecto. Debo decir que me sentí muy honrado, principalmente porque el equipo de trabajo vale mil veces su peso en oror, tanto en capacidad operativa como en calidad humana. Les hablo del equipo de Voluntad Popular.
Es allí dónde el Sr Héctor entra en escena. En apenas hora y media de conversación, toda mi inspiración por querer trabajar en algo que iba a ir muchísimo más allá de mi mismo y de lo que, con suerte, podía participar, volvió. Si, todo 11 tiene su 13 jaja. La pasión por este país es algo que se refleja en los ojos de quien tiene ganas de ver hasta el último de los venezolanos, de escucharlos y sonreirles. ¿Cómo no me iba a inspirar con eso?.
Pero ahora el reto es grande. La inspiración sóla no sirve, pero acompañada de la frescura de ideas que la visión amplia del Sr Héctor despertó en mi mente, creo que si podré dar la talla. En fin, simplemente quería aprovechar de recordarme- y a cualquier otro también- lo fino que es recordar lo mucho que amamos a Venezuela.
xo merry navidades